Aceptémoslo, los humanos somos seres demasiado simples. Podemos pensar que hemos logrado grandes cosas, pero es sólo desde nuestra limitada perspectiva, puesto que es esa misma limitada capacidad la que nos impide vivir en el mundo que nos gustaría, lamentablemente.

No, no me he fumado nada ni he tomado nada, de hecho no fumo ni me he emborrachado nunca, así que no comience a sospechar. Este artículo responde a un razonamiento fuera del recipiente (o dentro, si le parece) que he venido desarrollando durante algún tiempo.

El ser humano tiene una capacidad de percepción del mundo extremadamente limitada por sus sentidos, y su capacidad de análisis se restringe a un limitado número de casos. Es por eso que generamos modelos que nos rigen, como un manual de usuario para vivir, los cuales llevarán toda la complejidad del mundo y de la vida a una serie de normas absolutas que deben cumplirse. Entre esas normas está la religión, la política e incluso la ciencia, como lo intento aclarar en otro artículo.

Dentro de la simpleza de nuestra mente necesitamos hacer entrar complejas situaciones, como un bebé que intenta meter una figurita de estrella en la caja con una abertura circular, pero con la diferencia que nosotros le cortamos las puntas a esa estrella porque desde lejos «parece una esfera» y así construimos nuestros modelos, despreciando aspectos que nos parecen irrelevantes de la verdad. De esta manera, todo hecho, toda situación, tendrá un conjunto de variables que pueden ser más o menos relevantes según las creencias de la persona que analiza.

¿Y qué pasa con eso? bueno, resulta que tendremos sectores que les gusten los cuadrados y sectores que les gusten los cículos (o los triángulos) y cuando toque insertar una estrella de N puntas, cada grupo «cortará» las puntas que necesiten para hacerla encajar en la forma que les gusta. Entonces, sucede que a los humanos nos gusta también pertenecer a un grupo, una pandilla, una secta, partido político, religión, tribu, país, escuela, universidad, equipo deportivo, ciudad, raza, etc. En definitiva, a cualquier agrupación de personas con algún aspecto en común, nos sentimos solos en nuestra individualidad y por eso buscamos el apoyo de un grupo de personas. El problema es que para solventar esa inseguridad de sentirse «solos contra el mundo» tenemos que aceptar que a la agrupación que pertenecemos le gustan los triángulos o los círculos, con todo lo que ello implica y no importa si de repente vemos que una estrella tiene varias de sus puntas que nos gustaría conservar, como a «nosotros» nos gustan los triángulos hay que cortarlas todas, y así hacemos lo posible por vivir una vida simple, amparados en el absoluto y el hecho de que nuestro grupo nos apoya en eso.

Es bastante fácil ampararse en eso, en una política de grupo, porque así no hay que pensar, ya todo está resuelto y como buenos animales, siempre buscaremos el mínimo esfuerzo. El problema es que dentro de esa agrupación, siempre surgirá alguien que intente pensar un poquito más, será el que transmita las cosas a los demás y lo hará inevitablemente desde su perspectiva personal, cortando las puntas que quiera a la estrella y mostrando las que quiere mostrar a los demás. Como los demás miembros no quieren pensar, no cuestionarán la opinión del que «sabe más», entonces todos lucharán como equipo y desde la pasión (no la razón) por una causa en particular, convirtiendo a la gente, a la masa en meros títeres voluntarios de un pequeño subsector.

Y así, espontáneamente vamos distorsionando la realidad, nos ponemos a pelear entre nosotros y los inteligentes que ven los círculos no pueden comprender cómo los otros estúpidos ven cuadrados y viceversa, aún cuando estén observando exactamente la misma situación. Así es como llevamos este sentido de pertenencia al extremo, al absoluto y comenzamos a pensar en términos de buenos y malos donde, por supuesto, yo estoy en el lado bueno y los otros son los malos. Todo por seguir ideas absolutas sin siquiera pensar que en sí mismas esas ideas son inconsistentes.

¿Por qué digo inconsistentes? bueno, pondré algunos ejemplos. Imagínese que un día le toca ver las faenas en un matadero de cerdos y siente un profundo impacto por la crueldad con que esos animales son matados, crueldad que le parece innecesaria porque podría no comer cerdo, aún así podría vivir sin problemas y sin hacer sufrir a los cerditos. Entonces se vuelve vegetariano, no vamos a hacer sufrir a los animales, querrá preservar entonces toda forma de vida, y si se entusiasma mucho, tampoco comerá huevos, leche o cualquier producto de origen animal. Digamos que le gusta eso, se siente en comunión con la madre naturaleza y sigue entusiasmándose con no tocar la vida, ya no mata a una araña que aparezca en su habitación sino que la deja ir en paz, se compra algunas matitas y las cuida con amor en su casa, sólo para darse cuenta de que también son formas de vida que en efecto reaccionan según el cuidado que se les de, pueden inundar su hogar con la maravillosa belleza de las flores y su aroma, de ninguna forma se las comería. Ahora la cuestión se pone más absoluta «vamos a cuidar la vida» y las plantas son tan vida como los animales, la única diferencia es que las plantas no se mueven ni lanzarán un grito de dolor si las mutila o se las come. Entonces sería mejor no comerse a las plantas y se acaba de quedar sin alimento para sobrevivir. Muchos asocian este tipo de conductas a creencias religiosas y generan umbrales diciendo que sólo comerán aquellos alimentos que han crecido gracias a la energía directa del sol y no se han contaminado con otras formas de vida, pero aún así comen hongos que no hacen fotosíntesis. Más aún, desconocen totalmente el hecho de que el sistema digestivo del ser humano es apto para consumir carne por una buena razón, luego, es antinatural abstenerse de consumir cualquier tipo de carne… ¿Y no se supone que estas ideologías defendían la sabia acción de la madre naturaleza?. Conclusión: Inconsistencia… ¿Entonces debemos ser felices con tremendos asados todos los días? NO, otro absoluto… Quizás si siguiéramos una dieta balanceada y adecuada, sin comer de más, sólo se matarían los animales necesarios para sobrevivir, pero como ese «punto de equilibrio» es más ambiguo, nadie lo defenderá porque todos pedirán algo absoluto, como una dieta estricta para todos o algo así, que tampoco funcionaría.

Y hablando de alimentación, imagínese que usted es un científico, que cree en su ciencia al extremo. Dios no existe, el universo está regido por leyes físicas determinadas, no hay espacio para Dios en la ecuación (como sostiene un conocido físico que habita una sofisticada silla de ruedas). Bueno, entonces seamos prácticos, usemos la lógica para todo, la ciencia es una manera supuestamente autoconsistente de describir el mundo. Un día comienza a cuestionarse el por qué de su existencia, comienza a ver las cosas en perspectiva y se da cuenta de que su vida la dedica trabajar y para usted no queda mucho salvo la satisfacción de haberse entretenido haciéndolo, que se desvanece cuando deja de hacerlo, busca un sentido de trasendencia y sólo llega a la conclusión que lo máximo que puede hacer es buscar a un individuo del sexo opuesto para hacer funcionar los mecanismos biológicos que generarán otro individuo y así preservar la especie. ¿Pero para qué preservar la especie? bueno, sólo para que esos nuevos individuos tengan una vida tan miserable como la suya y mientras más le da vueltas a la idea comienza a volverse un nihilista. Su amargura crece y para solventarla va a comer algo, no sabe qué pedir y en eso se da cuenta de que es científico, deberíamos regirnos por eso, es más fácil seguir los modelos y bajo esa perspectiva el restorán no tiene sentido ¿Para qué gastar energía y recursos en hacer alimentos extraños si todos podríamos comer lo mismo, algo estándar como la comida para perros, con el exacto contenido de grasas, vitaminas, proteínas y minerales necesarios para el cuerpo? Entonces todos seríamos más saludables, pero ¿estaría dispuesto a comer bolitas insípidas todos los días por el resto de su vida?. Conclusión: Inconsistencia y una depresión aguda.

Y así hay muchos ejemplos más, como el del capitalismo que llevado al extremo, es exactamente lo mismo que «la ley de la selva», el más fuerte se «come» al más débil, con la diferencia que la desproporción de fuerzas puede ser abismante, con una miseria en la población tremenda… Se supone que eso no es humano, hay que evitarlo, hay que «evitar que la burguesía se aproveche del proletariado» dice un señor por ahí… Bueno, seamos comunistas absolutos, no hay propiedad privada, la gente tiene una asignación de lo que puede consumir al mes, el pueblo trabaja para el pueblo y casi nadie tiene más que los demás, todos tienen cubiertas las necesidades básicas… Y si tengo lo indispensable para vivir ¿para qué trabajo?, no me voy a esforzar si no obtengo recompensa y trabajar o no hacer nada no es diferente, total, no voy a estar mejor que ahora ni peor, no me moriré pero tampoco surgiré. Entonces todos piensan igual, nadie trabaja y el sistema se desbarata solo. Más inconsistencias.

Por eso es que hay que tener mucho cuidado con los absolutos, ninguno es consistente y es nuestra responsabilidad buscar mirar las cosas desde una perspectiva más amplia, sopesar y observar todas las puntas de la estrella antes de decidir cortar alguna. No podemos dejarnos llevar por supuestos sabios que apelan a nuestra pasión para apoyarles, porque podemos caer fácilmente en ser títeres de otros, defendiendo cosas sin sentido, así como muchos han defendido y defienden dictaduras en todo el mundo, sólo porque alguien cortó las puntas necesarias para que creyeran que eso es lo mejor, aún cuando no tengan libertades.

Y si ha llegado a este punto en la lectura, mis felicitaciones, la verdad tiene mucha paciencia. Comprendo que he estado reflexionando, por caminos sinuosos y básicamente: Razonando fuera del recipiente.

 

En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Philip Zimbardo realizó un experimento de psicología social.

Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron. En cambio, el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras (de derecha y de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable.

Los investigadores decidieron romper un vidrio del automóvil de Palo Alto, California. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx de Nueva York, y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.

¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?

No se trata de pobreza. Evidentemente, es algo que tiene que ver con la psicología, el comportamiento humano y con las relaciones sociales.

Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que todo vale nada. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores, James Q. Wilson y George Kelling desarrollaron la ‘teoría de las ventanas rotas’, misma que desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro, y esto es algo que parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen ‘esas pequeñas faltas’ como estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja y estas pequeñas faltas no son sancionadas, entonces comenzarán a desarrollarse faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.

Si los parques y otros espacios públicos son deteriorados progresivamente y nadie toma acciones al respecto, estos lugares serán abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la gente serán progresivamente ocupados por los delincuentes.

La respuesta de los estudiosos fue más contundente aún, indicando que, ante el descuido y el desorden, crecen muchos males sociales y se degenera el entorno.

Tan sólo vea un ejemplo en casa: si un padre de familia deja que su casa tenga algunos desperfectos, como falta de pintura de las paredes en mal estado, malos hábitos de limpieza, malos hábitos alimenticios, malas palabras, falta de respeto entre los miembros del núcleo familiar, etc., etc., etc., entonces, poco a poco se caerá en un descuido de las relaciones interpersonales de los familiares y comenzarán a crear malas relaciones con la sociedad en general y quizá algún día llegarán a caer  en prisión.

Esa puede ser una hipótesis de la descomposición de la sociedad, la falta de apego a los valores universales, la falta de respeto de la sociedad entre sí y hacia las autoridades (extorsión y soborno) y viceversa, la corrupción en todos los niveles, la falta de educación y formación de cultura urbana, la falta de oportunidades ha generado un país con ventanas rotas, con muchas ventanas rotas y nadie parece estar dispuesto a repararlas.

La solución a este problema YO NO LA TENGO, ESTIMADO LECTOR, pero he comenzado a reparar las ventanas de mi casa, estoy tratando de mejorar los hábitos alimenticios de mi familia,  he pedido a todos los miembros de la familia que evitemos decir malas palabras delante de nuestros hijos, también hemos acordado no mentir, ni siquiera mentiras pequeñas, porque no hay mentiras pequeñas, ni grandes, una mentira es una mentira y punto, hemos acordado aceptar las consecuencias de nuestros actos con valor y responsabilidad, pero, sobre todo, dar una buena dosis de educación a nuestros hijos; con esto y con la ayuda de Dios espero comenzar a cambiar en algo lo que antes hubiera hecho mal, he soñado que los míos algún día repitan esto el día de mañana, con la finalidad de que los hijos de mis hijos, o los nietos de mis hijos vean algún día un nuevo Mundo, un Mundo sin ventanas rotas.

Fuente: DkX.Cl

No necesito decir que hoy se ha aprobado el polémico proyecto energético Hidroaysén, es la noticia del día. Se han armado manifestaciones violentas en varias ciudades del país y se vive un clima de conflicto que no se sentía desde hace mucho tiempo.

Tengo que decir que todo esto es una verdadera vergüenza para el pueblo chileno, el cómo se ha abordado este tema es exactamente lo que NO tenemos que hacer nunca y muestra que estamos a años luz de ser gente civilizada y mucho más de ser un país desarrollado.

Hace mucho tiempo que la cuestión no se trata de si es ambientalmente tolerable el proyecto, de si es estrictamente necesario ejecutarlo, de si existen energías alternativas, de si hay presiones por parte de empresarios o si se está «vendiendo el país», esto se trata de que «¡YO TENGO RAZÓN Y PUNTO!». Una actitud infantil que históricamente le ha costado mucho a la humanidad y desgraciadamente seguirá siendo así.

Sigo viendo la televisión, las opiniones de contactos de facebook, llamados de televidentes y hay una cuestión clara: En este momento está de moda rechazar Hidroaysén.

Claro, es super fácil, cuidar la naturaleza es una causa loable (o una buena publicidad), los políticos de oposición pueden hacer ruido y poner sobre los hombros del gobierno la responsabilidad de «la tragedia más grande de este país», los ecologistas pueden gritar de que morirán los animalitos y los arbolitos. Por otro lado el gobierno se defiende diciendo que se siguió un proceso legítimo, que hay que dejar funcionar a las instituciones y que se harán cumplir las normas y requerimientos a la empresa.

Lo que vemos hoy en las calles no es más que el sentimiento de rabia de un niño al que no le hacen caso, pero pocos, realmente pocos se han puesto a analizar las cosas con detenimiento. Mucha gente dice cosas «que le dijeron» o que suponen, es super fácil decir cosas sin fundamentos y total si los malos son los otros, todo vale.

Lamentablemente la gente es fácil de engatusar, por eso los partidos políticos siempre apelan al pueblo, a los más pobres, a la gente que está tan ocupada resolviendo su vida, que no le interesa verificar si es cierto o si tiene sentido lo que le dicen. Y esta no es una crítica discriminatoria, simplemente es una interpretación de la teoría de Maslow que resulta ser consistente con la realidad: La masa de la población es vulnerable a creer casi cualquier cosa. Si no me creen fíjense en la cantidad de dictadores y tiranos que ha habido.

Pero bueno, el asunto no es ese, el asunto es que todos afirman cosas y la gente no tiene cómo saber a quién creer. Como siempre digo, las personas tienen razones para creer en lo que creen y por eso es que siempre se pueden dar argumentos para lo que sea así sean falsos (y aprovechar la vulnerabilidad de la masa).

El gobierno hace un llamado a que se respete la institucionalidad, a que no se haga un «escándalo» por algo que no lo amerita, argumentando que las instituciones funcionan y la verdad es que no deja de ser «curioso» que un proyecto tan controversial, que genera tanto debate a todo nivel haya sido aprobado sin ningún voto en contra. Eso genera dudas que son razonables, los votantes son todos Seremis (Secretarios Regionales Ministeriales) y al ser funcionarios de confianza del gobierno, los votos fraudulentos quedan a un llamado telefónico de distancia. Tocaría entonces investigar lo que sucedió allí, ver si existen relaciones entre funcionarios del gobierno y los privados interesados en el proyecto. Los gobiernos suelen enmascarar sus abusos y aprovechamientos diciendo que todo se ha hecho de acuerdo a la ley.

Vivimos en un país de acusaciones, Tomás Mosciatti disfruta destapando todo tipo de conspiraciones oscuras en la radio, pero continuamente veo que todo eso queda en nada… Si las cosas son tan graves hay que investigar y seguir el proceso hasta el final ¿no? La verdad, es más fácil tirar la piedra y esconder la mano. Al final da lo mismo porque los que abusan siguen haciéndolo.

Por otro lado, a mí me gustaría saber por qué se ha hecho tanta propaganda en contra de Hidroaysén y no ha sido igual la cosa con el montón de termoeléctricas que están en proceso de aprobación y construcción en el país. Esa campaña publicitaria no se financia de la nada, alguien tiene que poner esos fondos ¿no?. Quizás es mucho mejor depender del petróleo y el carbón emitiendo toneladas de CO2 a la atmósfera, no sé, si alguien lo explicara bien lo podría entender. Lo cierto es que a la gente de Patagonia Sin Represas no parece molestarles tanto la existencia de estas termoeléctrias, básicamente sólo las mencionan.

Y si hablamos de ambientalistas, no lo hacen mejor que los políticos. De partida porque todos se llenan la boca con las energías alternativas y «verdes» sin saber si quiera qué es un Mega Watt, sin entender que el sistema eléctrico es una máquina que funciona bajo una serie de reglas físicas, sin entender que sus maravillosas alternativas destruirían el doble de superficie o más en otras zonas del país. La verdad no sé por qué les parecen tan lindos los generadores eólicos y los paneles solares, y tan feas las represas, yo no veo la diferencia. Y ahí están los amigos del plantea generando residuos tóxicos con sus computadores, con la basura de sus casas, con las pilas que botan y gastando un montón de energía eléctrica, generada de manera sucia, en sus grupos de facebook y páginas.

Todo esto es política señores, todo esto son influencias, todo esto está podrido de lado y lado. A mí me gustaría hacerme una idea real de lo que de verdad significa este proyecto pero lo único que veo son ataques mutuos, manifestaciones violentas y estupidez humana en su estado más puro. Si me hablaran de cómo realmente impacta ambientalmente un proyecto y otro en comparación justa, si me hablaran de cómo hacer que funcione un sistema donde la potencia consumida es idéntica a la generada y no hay forma de guardarla sino que hay que generarla a cada instante así, si me hablaran de cómo la regulación de este mercado haría que la energía nos costara menos o se enriquezca ridículamente una empresa extranjera a costa de nuestros recursos quizás entienda lo que pasa, pero así como estamos, no se puede pensar en nada.

Hay un arte que pocos aprecian, que no está hecho de sonidos, pigmentos o piedras talladas, pero aún así es una oda a las fuerzas de la naturaleza. Hay un arte del cual soy artista, un artista novato pero artista al fin y al cabo. Puedo gastar meses preparando mi silenciosa sinfonía, seleccionando los instrumentos, entrenando a los músicos y construyendo el teatro que llevará grabadas las partituras.

Mi arte está destinado a descansar silencioso y oculto, quizás justo al frente tuyo, quizás en tu bolsillo, mientras toca incansablemente su silenciosa melodía.

Y así mis músicos ejecutarán su sinfonía, con mayor precisión que la más prestigiosa orquesta, pero tan sigilosa que ni notarás su presencia. Ese es el destino de mi arte, pues no está hecho de formas ni colores, sus partituras no expresan amor ni ternura, pero aún así puede hacer danzar a las fuerzas de la naturaleza de manera única, tan compleja que no cabe en mente alguna.

Soy el director de mi orquesta, orquesta de fuerzas naturales, que danzan y circulan en armonía, siguiendo mis partituras hechas de metal, ejecutando su melodía sin fin. Mi intención no es vanagloriarme, pues mi sinfonía no es más que un tímido canto, comparada con la que sostienes en tu mano. Sólo quiero que se valore lo que para muchos no tiene mayor importancia.

De polo a polo recorre el flujo de invisible viento, que hace resonar los instrumentos a través de las partituras y los músicos, vientos cargados de energía que se dividen en mil caminos, para finalmente reunirse tal como al principio. Contemplo con satisfacción mi obra, admiro el dibujo de las partituras y aunque no pueda oir la sinfonía, sí puedo decir que funciona.

Rodrigo Maureira 23-04-2011 20:11Hrs – 23:37Hrs.

En los altos de Cartagena, en una humilde cabaña vive en el abandono Heine Mix con sus 72 años. Actor y director de teatro, en los años 70 vivió sus días de gloria hasta que sucedió el golpe militar en 1973. Como mucha gente de su área, debió abandonar el país, vivió en varios países hasta que regresó en los 90. Sin embargo, todo era diferente, ya no habían puertas abiertas para él y su arte, lo que le llevó a su precaria condición actual.

No estamos hablando de un indigente «por elección» o de un hermitaño. Heine Mix fue marginado, se le negaron las oportunidades que necesitaba y fue simplemente desechado.

Creo que nunca es tarde para brindar oportunidades, Heine no sólo necesita un hogar, sino una oportunidad para recuperar su dignidad como artista de teatro, la oportunidad que le proporcione la vida que se merece.

Amigos chilenos, ¿Saben ustedes de alguna instancia estatal que pueda ayudar a Heine Mix? TV San Antonio hizo este reportaje, si alguno pudiera ayudar a este amigo del teatro de seguro él se los agradecería mucho. Gracias de antemano.

Fuente: El Espacio DkX