Es la noche de un día viernes. Estoy completamente cansado pues he tenido una larga y exigente jornada. Sin embargo, ya no tengo nada más por hacer. La noche parece como cualquier otra. Puedes percibir la atmósfera que usualmente envuelve a estas situaciones y allí afuera un cielo oscuro. Hago caso omiso a las advertencias biológicas que me impulsan a dormir. Me siento entonces en el escritorio pero, de inmediato, advierto que sería más cómodo sentarse en la silla que esta a unos pocos centímetros. Así me cambio de posición. Luego comienza a invadirme una infinidad de pensamientos respecto a lo que haría a continuación, leo a los demás y logro percibir el afán de mostrar y dar a conocer sus incursiones en el ámbito de la literatura. Esas narraciones tan descriptivas y muy probablemente elaboradas con esmero en algún tiempo pretérito, y de las cuales ellos muestran sentirse orgullosos.
Sin embargo, sentí que había algo más, algo personal que me presionaba de cierta manera, y por instinto, a seguir el comportamiento colectivo. ¡Sabía que se esperaba una respuesta de la cual era yo el responsable!. Me mantuve dubitativo durante unos instantes mientras comenzaba a comprender el significado de la situación, de la importancia certera de mi respuesta, de la verdad innata y de la forma perfecta, entonces supe lo que debía responder. Aquello resultó ser la más sencilla respuesta: yo no escribo así que este texto está sólo para rellenar XD
Original: Rodrigo Maureira
Revisión y Voz: Waldylei Yépez

Hace unos días probaba un plugin para Winamp bastante simpático, su utilidad era enviar la salida de audio a través de la red hasta otro pc receptor en el que se ejecuta un pequeño programa que reproduce lo que se envía por red. Es un programa sencillo y parecía funcionar todo en orden, conecté mi notebook al equipo de música en el living de la casa (a través de la red inalámbrica) y me puse a enviar música a través del pc de escritorio.
Una reacción en cadena ocurre cuando un suceso detona otro el cual a su vez provoca que uno nuevo ocurra y así sucesivamente, las reacciones en cadena son muy numerosas y de diferentes connotaciones, desde la descomposición del uranio por el choque de un neutrón que a su vez libera más neutrones para descomponer más átomos y crear una gran explosión hasta la propagación de enfermedades contagiosas, el famoso “efecto dominó”, etc. Las reacciones en cadena también ocurren con las personas, cuando alguien está de mal humor y trata horriblemente a otro que a su vez se enoja también y contagia esa rabia al que se le cruce, pero la reacción en cadena que motiva este texto no es ninguna de las mencionadas antes, no crea explosiones, ni enferma a la gente, ni hace miserables nuestros días, al contrario, es el tipo de reacción en cadena que nos hace falta como sociedad y a todos como personas, es exactamente la reacción contraria a la que genera una persona amargada que grita e insulta a todo el mundo: es la acción de entregar un gesto de consideración que aunque uno lo haga sin esperar nada a cambio, lo gratifica instantáneamente y puede dejar la semilla en la otra persona para que repita esa acción, contribuyendo a alegrar o a hacer más grato un momento a otra persona.