Inteligencia y Felicidad = Corazón Sano
El día de ayer di con un artículo sobre un estudio realizado por el Consejo de Investigación Médico Británico, el cual halló una correlación entre el coeficiente intelectual y los índices de dolencias cardíacas. Según se informa, el coeficiente intelectual bajo se asocia a mayores probabilidades de contraer dolencias cardíacas, a tal punto que es uno de los indicadores más importantes, sólo superado por fumar. Es decir, los mayores factores de riesgo para contraer enfermedades cardíacas serían fumar y tener un bajo coeficiente intelectual.
Posteriormente se especulan explicaciones sobre la aparentemente sorprendente correlación. La Unidad de Ciencias de la Salud Pública de Galsgow, Escocia, afirma que el coeficiente intelectual menor podría influir debido a la postura de una persona hacia los comportamientos saludables. Se explica que personas con bajo CI ignoran o no comprenden los consejos respecto al riesgo de fumar o el beneficio de tener una dieta sana y hacer ejercicio, lo cual los haría más propensos a sufrir dolencias cardíacas.
A raiz de lo anterior, la Fundación Británica del Corazón recomienda un mejor etiquetado de los alimentos, un código de colores distinguible para las comidas con alto, medio y bajo riesgo, lo cual permitiría a los compradores de bajo coeficiente intelectual poseer información más accesible para obtener productos saludables.
Por otro lado, investigadores estadounidenses afirmaron que fomentar las emociones positivas ayuda a reducir los riesgos cardíacos. Karina Davidson, del Centro Médico de la Universidad de Columbia, señaló que se necesita con urgencia realizar ensayos clínicos rigurosos en esta área ya que si estos estudios respaldan sus descrubrimientos (que las emociones positivas reducen el riesgo de enfermedades cardíacas), los resultados serán increíblemente importantes para describir específicamente qué pueden hacer los médicos y/o pacientes para mejorar la salud.
Davidson y su equipo observaron durante 10 años a 1.739 hombres y mujeres que participaban en un amplio estudio de salud en Canadá. Allí enfermeras especializadas evaluaron el riesgo de enfermedad cardíaca de los participantes y midieron emociones negativas como depresión, hostilidad y ansiedad, así como emociones positivas como alegría, felicidad, emoción, entusiasmo y satisfacción, conocidas colectivamente como «afecto positivo».
Los investigadores clasificaron el «afecto positivo» en cinco niveles que iban desde «ninguno» hasta «extremo» y encontraron que en cada nivel el riesgo de enfermedad cardíaca caía un 22 por ciento. (un comentario, supongo que 5 veces 22% no es el 110%, sino que por cada nivel baja en un 22% de la probabilidad del nivel anterior)
Davidson, quien lideró la investigación, dijo que sus descubrimientos sugirieron que sería posible ayudar a prevenir la enfermedad cardíaca incrementando las emociones positivas.
El equipo de Davidson dijo que una razón posible para la relación entre la felicidad y el riesgo cardíaco podría ser que las personas que están más felices tienden a tener períodos más largos de descanso o relajación y podrían recuperarse más rápidamente de eventos estresantes y no pasar mucho tiempo «reviviéndolos».
Todo esto me recuerda aquellas afirmaciones sobre que la mente domina al cuerpo, que las enfermedades son producidas por nosotros mismos cuando nos cargamos de energías negativas. Ciertamente estos descubrimientos parecen encajar con una relación más profunda entre mente y cuerpo ya que la inteligencia y la felicidad son indicadores de salud mental y espiritual, que se reflejaría en efectos fisiológicos tal como lo afirman diversas creencias. Por eso es que me llama la atención la actitud de los investigadores, que utilizan su propio paradigma para explicar lo que no comprenden mediante especulaciones que poca rigurosidad tienen (paradógicamente) como el asociar coeficiente intelectual con conductas saludables. Quizás debieran comenzar a mirar hacia donde ellos mismos se han negado a mirar, quizás las respuestas son más sencillas de lo que parecen y no pretendo con esto decir que estas creencias estén 100% correctas, sino que de vez en cuando es bueno mirar un poco más allá del paradigma.
Fuentes: Inteligencia y enfermedad cardíaca, Felicidad y el Corazón.