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Cómo los movimientos antivacunas podrían permitir uno de los crímines más grandes contra la humanidad

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14 junio, 2021

Este es un momento crítico para las vacunas como herramienta de salud pública, por un lado podrían ser nuestra salida a esta pandemia por COVID-19, reivindicando su valor y dejando los movimientos antivacunas donde corresponde, como algo marginal. Por otro lado, si algo saliera mal podría ser una catástrofe sin precedentes, podría convencer a mucha gente de que «las vacunas» son «malas» y podríamos perderlas como herramienta de salud pública, así como hemos perdido a las plantas nucleares como herramienta para generar energía sin producir gases de invernadero a pesar de su indiscutible seguridad respecto a las demás tecnologías.

¿Cómo se ha abordado este problema?
Por estos tiempos, los movimientos radicales se propagan fácilmente por redes sociales, muchas de éstas han creado algoritmos para filtrar contenido, identificar desinformación y en muchos casos sencillamente eliminar contenido que puede ser peligroso para la ciudadanía. De hecho, este artículo compartido desde Facebook tendrá una nota diciendo que este blog no es una fuente conocida y quizás verificada como confiable. Suena sensato, casi no publico acá y en general es básicamente mi opinión sobre algún tema.

Lamentablemente este sistema, creado para combatir los disparates y la desinformación, tiene una falla. Para poder detectar dicha desinformación las redes sociales necesitan una versión que consideran correcta contra la cual comparar. En el caso de temas de salud pública esta fuente de información correcta obviamente son las autoridades locales y/o la Organización Mundial de la Salud. Pero ¿qué pasaría si por alguna razón las autoridades y la OMS no estuvieran en lo correcto?

Uno podría decir que ellos tienen los medios y han estudiado todos los aspectos del problema para garantizar la veracidad de su información. Lamentablemente una situación de emergencia como la que estamos viviendo significa que hay muy poca información disponible, es así como la misma OMS se demoró meses en declarar el COVID-19 como una pandemia y declaró con convicción que el virus no se transmite entre humanos. Los errores suceden y los algoritmos automatizados de las redes sociales no tienen manera de lidiar con ello.

Por otro lado, si alguna anomalía surgiera, quienes quieran reportarla de manera genuina y seria, sin teorías disparatadas de magnetismo, chips o 5G, seguramente serán silenciados por los mismos algoritmos, poniéndolos en la misma caja de las teorías disparatadas, únicamente porque dicen algo que va en contra de lo que la autoridad ha declarado y que podría ser o no cierto.

«Las vacunas son seguras y efectivas» esta es una afirmación correcta en general y la evidencia que la demuestra es la principal arma en contra de la desinformación de los movimientos antivacunas… Siempre y cuando siga siendo correcta.

Todas las películas del fin del mundo parten con un científico que no es escuchado por las autoridades.

Hace unos días, después de recibir mi segunda dosis de la vacuna Coronavac en contra del COVID-19, me topé con un podcast muy preocupante por la disonancia cognitiva que produjo respecto a este tema.

En una mesa sentados Robert Malone, literalmente inventor de la tecnología de ARN mensajero (mRNA) para vacunas, Bret Weinstein, doctor en biología evolutiva y Steve Kirsch, emprendedor en serie e inventor del mouse óptico entre otras cosas (no tiene que ver con salud, pero el tipo está lejos de ser bobo). Ciertamente gente que uno tendería a tomar en serio, sobretodo si lo que dicen pasa el detector de patrañas que uno desarrolla con el tiempo.

Habría riesgos enormes asociados a las vacunas contra el COVID-19 por mRNA (Pfizer, Moderna, etc). El problema no se trata ni de las vacunas en general, ni de la tecnología mRNA en sí misma, sino de qué producen específicamente las vacunas contra COVID-19: La proteína spike.

En pocas palabras, estas vacunas funcionan llevando instrucciones a las células del cuerpo para que generen únicamente la proteína spike del coronavirus, así el sistema inmune puede detectar ese pedazo de virus y generar anticuerpos específicos en su contra sin tener que lidiar con el virus completo y activo que se reproduce produciendo la enfermedad.

Todo esto funciona sin problemas, los estudios de eficacia preliminares lo han demostrado y se ha visto el efecto en lugares con altas tasas de vacunación.

La falla está en el hecho de que la famosa proteína Spike, no sería únicamente un fragmento inocuo, sino que es biológicamente activo, particularmente es citotóxica. Eso sumado a que la vacuna, a diferencia de lo que se esperaba, no se queda en el brazo sino que se esparce por todo el cuerpo con una fuerte tendencia a alojarse en los ovarios de mujeres, significa un importante riesgo a la salud.

Según los participantes del podcast hay muchos casos reportados de efectos adversos y muchos más que seguramente no son reportados porque estamos todos convencidos de que la vacuna es «segura y efectiva» por lo que «no puede ser la vacuna», descartándose esa posibilidad.

Robert Malone afirma que la FDA (la agencia regulatoria estadounidense) sabía que la vacuna se esparcía de una forma inesperada pero que no creían que fuera un problema porque consideraban que la proteína spike no era biológicamente activa. Más aún, la gente que desarrolló la vacuna siempre estuvo consciente de este riesgo y por lo tanto creó una solución usando ingeniería genética para mantener a la proteína Spike en su lugar, lo cual fue suficiente para dejar tranquila a la FDA. Sin embargo, normalmente esa explicación no es suficiente y se requieren rigurosos ensayos con animales para demostrar que esa solución efectivamente funciona, lo que no se hizo por el apuro.

Y acá es donde la infraestructura que hemos creado para lidiar con la desinformación no está pudiendo distinguirla de anomalías genuinas y muy graves que deben ser abordadas, censurándolas en muchos casos e impidiendo que estos temas salgan a la luz.

Esta es una de las razones por las cuales la libertad de expresión es tan importante, la manera de lidiar con la desinformación es con diálogo serio y abierto, no con censura. El costo es tener una porción de la gente que va a pensar cosas descabelladas y la necesidad de lidiar inteligentemente con esas amenazas en vez de meter los temas que no nos gustan debajo de la alfombra porque eso es llamar al desastre.

Acá el video original:

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