Una reacción en cadena ocurre cuando un suceso detona otro el cual a su vez provoca que uno nuevo ocurra y así sucesivamente, las reacciones en cadena son muy numerosas y de diferentes connotaciones, desde la descomposición del uranio por el choque de un neutrón que a su vez libera más neutrones para descomponer más átomos y crear una gran explosión hasta la propagación de enfermedades contagiosas, el famoso “efecto dominó”, etc. Las reacciones en cadena también ocurren con las personas, cuando alguien está de mal humor y trata horriblemente a otro que a su vez se enoja también y contagia esa rabia al que se le cruce, pero la reacción en cadena que motiva este texto no es ninguna de las mencionadas antes, no crea explosiones, ni enferma a la gente, ni hace miserables nuestros días, al contrario, es el tipo de reacción en cadena que nos hace falta como sociedad y a todos como personas, es exactamente la reacción contraria a la que genera una persona amargada que grita e insulta a todo el mundo: es la acción de entregar un gesto de consideración que aunque uno lo haga sin esperar nada a cambio, lo gratifica instantáneamente y puede dejar la semilla en la otra persona para que repita esa acción, contribuyendo a alegrar o a hacer más grato un momento a otra persona.